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Se vino de su lejana Holanda, persiguiendo el amor. Una payanesa hizo que embolatara su camino y terminara en Colombia amando y escribiendo, su oficio de mucho tiempo.
Y así se le va el tiempo, entre Holanda y Colombia, editando y publicando libros y compartiendo su poesía.
Se llama Luc de Rooy, y es un poeta, pero además es editor y traductor.
Vino a Cali, invitado por la Secretaría de Cultura y Turismo para participar en el XV Festival Internacional de Poesía 2015, certamen que culmina en la noche de este viernes 28 de agosto, en el Teatrino del Museo de Arte Moderno de la Tertulia, con el segundo Recital Internacional, a partir de las 7:00 p.m.
“Siempre es importante que la gente lea poesía” –dice con su español que de vez en cuando se enreda en las palabras-.
“Es muy importante que la gente se ocupe de la literatura, que lea en un idioma especial como lo es el de la poesía. Que la gente entienda que se puede hacer mucho con las palabras, que ellas pueden cambiar el mundo. De pronto, muy poco a la vez. Por ejemplo, un niño que lea un cuento infantil ya está entendiendo la importancia del idioma”.
Y prosigue: “Luego de muchas lecturas infantiles va a entender la literatura que va a cambiar su mente, la manera de ver la vida y desde las moralejas va a entender su comportamiento con los demás”.
“Después de los cuentos entenderá que las palabras se pueden cambiar, se pueden estirar, se pueden quebrar y que pueden tener muchos significados”.
Sobre las motivaciones de su poesía, Luc de Rooy dice: “No soy un poeta que utiliza temas o un idioma raro, ni los sonidos de vocales. A mí me gusta que me lean porque las palabras forman juntas un ambiente, casi como el texto de una canción”.
“Entonces conmigo no hay que esperar una propuesta muy rara en mi poesía, sino un mensaje que se puede entender y que las frases en conjunto forman un ambiente que es el de mi mensaje o cuenta una historia. No necesariamente es una historia con un principio y un final, puede ser una historia muy pequeña, pero que le guste a la gente”.
Mucha gente se pregunta ¿para qué diablos sirve la poesía en un mundo tan banalizado como en el que se vive?
De Rooy ríe, sopesa las palabras de la respuesta y opina: “La poesía debe tener un fin. Por ejemplo, hay poesía social que tiene un fin muy claro y es que la gente quiere cambiar el mundo, pero también hay poetas que escriben solo por el gusto de hacerlo, quieren mostrar que poniendo las palabras en un orden particular, pueden hacer una historia.
Si tu repites por ejemplo –estoy inventando ahora, aclara-, si repites cien veces una palabra, por ejemplo, cien veces yo. Ese es un poema y tú lo lees cien veces. Después de las 20 veces tú ya miras de manera diferente esa palabra ‘yo’, y juntas ese cuerpo del poema y puede resultar algo que hace pensar a la gente. O escribes 80 veces ‘yo’ y 20 veces ‘tú’, y tú dices que eso es un poema entonces la gente va a pensar sobre eso. Y de pronto, hay algunas personas que dirán: sí, es un poema, eso tiene significancia. Se puede reír de esa propuesta, pero también puede pensar: esa persona tiene razón si propone esto como poema”.
De Rooy ha participado en otros eventos como el ‘Hay Festival de Cartagena’ y ha visitado otros países en calidad de poeta o traductor.
Si alguien quisiera ser poeta, qué se debe hacer –se le pregunta- ¿qué debe comer? ¿cómo comportarse? ¿qué peinado usar?
De Rooy se ríe de nuevo mientras dice: “Noooo, no sé. Pienso que debes leer mucho y reflexionar sobre el porqué escribes. Eso es lo cierto, porque debes tener una razón para que pongas las palabras en la secuencia de lo que busques, de lo que quieras hacer. No puedes decir: mira, aquí hay 20 palabras y ese es un verso, pero sin saber, porque las pones en ese orden”.
“Hay que tener una intención. Es como un pintor que hace un cuadro. Puede hacer 10 líneas en una tela y decir que es pintor, pero si no sabe qué está haciendo, nunca va a ser una verdadera obra pictórica”.
Cenizas
Fue
como si ella existe de días pasados,
lágrimas lloradas hace tiempo,
y vive en una película
sin créditos. Con canciones en el fondo
que nadie se recuerda
como si ella no quería ir a casa
donde yo le serví un vaso de Navarro,
toma, le dije, te hará bien, miraba
ella como desaparecieron de la noche
las palabras, pasando los días, como si
yo, ella, nosotros,
para siempre seguiríamos
guardando silencio
como si entonces ella dijo:
en las cenizas del amor todo es mentira,
duro y silencioso como una noche de hambre.
Como si.
Era verdad, no dijimos mucho, nos miramos
de vez en cuando en los ojos
y entonces uno de los dos levantó un lado de la boca.
Fue,
como si,
como si nosotros,
y a veces no nosotros.
Informes:
Secretaría de Cultura y Turismo
885 88 52 ext. 102