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Coco, fruto del Pacífico que alimenta su folclor, presente en El Petronio

Coco, fruto del Pacífico que alimenta su folclor, presente en El Petronio

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Así cantan los versos de una antigua canción de don Lucho Bermúdez, la cual hizo furor en todo el país cuando se metió a los clubes más encumbrados y a las fiestas más humildes para poner a cantar: “Yo quiero un coco, que esté llenito y que no esté roto”.

Para  el XIX Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que tiene lugar en Cali del 10 al 16 de agosto, quién lo creyera, este fruto, que se consume en los más remotos lugares de la región pacífica, estará también en Cali, deleitando a los miles de visitantes que por esta época, convocados por la música, la gastronomía y las más diversas expresiones culturales de los afrodescendientes.

Todos ellos llegan a la ciudad a compartir, en un abrazo incluyente y amistoso, la experiencia más importante que se da en Colombia para cantar y celebrar una singular muestra de la cultura pacífica, que cada día es más visible gracias a procesos culturales como este.

El coco y sus derivados tendrá un sitial especial durante este festival: se volverá sabor y olor en las ollas en donde hierva un sancocho de pescado o se prepare una deliciosa cazuela de mariscos, tendrá la dulzura de una cocada, alentará la alegría en un trago de viche, calmará la sed una agüita de coco y se lucirá en alguna artesanía que se compre como recuerdo de esta fiesta que es danza, alegría y hermandad.

Un poco de historia
Dicen, y es tema de controversia, que la palma de cocotero es originaria  de las islas del Pacífico, pero un día lanzó sus frutos al océano y se volvió viajera por  los mares del mundo.  Algunos de esos frutos atracaron en los trópicos para reproducirse y desde su altura mirar hacia las islas en las que alguna vez empezó su historia.

El cuerpo de la palmera  es largo y esbelto, de ahí que muchas canciones y poemas hagan el símil de ella con el cuerpo de la mujer. Puede llegar a alcanzar más de 20 metros. Ese cuerpo largo y flexible  termina en un penacho de hojas  que ondea orgullosa al viento, para saludar a los  que pasan o despedir a los viajeros que buscan nuevos horizontes.

A la palma de coco le gusta el viento para arrullar sus recuerdos y para lucir sus hojas que forman hermosos penachos. No le gustan las sombras sino el sol que brille sobre ella y a cambio regala sus frutos preñados de agua  para calmar la sed.

Su nombre científico, cocos nucífera, poco le dice a la mayoría de los mortales, su sabor sí, ya que cautiva a quien alguna vez lo acerca a su paladar. Ha estado ahí, a la orilla del mar y de los ríos, acompañando la cotidianidad de sus habitantes, los fundadores de pueblos que celebran la vida arrullados por las olas del mar o el canto de los ríos.

Dicen los estudiosos  que los primeros habitantes de esos parajes selváticos y marinos, al lado de sus casas sembraban unas pocas palmas de cocotero, ya que les servía para extraer la leche y con ella  preparar las distintas viandas de su cocina patrimonial. Se dice que más del  90 % de los platos preparados en las costas  llevaban leche de coco.

Los usos
De la cáscara o estopa se hacen artesanías y el agua que contiene, aseguran, tienen poderes medicinales y es la que se va transformando, con el paso de los días  en la pulpa, blanca, suave, lechosa y dulzona,  hasta alcanzar un espesor entre 8 y 12 centímetros.

El coco cada vez se mete más entre la gente de la ciudades que disfrutan de su sabor, ya que además del consumo humano tiene otros usos en el sector industrial para elaboración  de cosméticos, jabones, artesanías y dulces, entre otros.

Le llaman el ‘Árbol de la vida’, por los productos que de ella se pueden obtener y porque en más de una ocasión viajeros perdidos han logrado sobrevivir comiendo cocos. 

Es de anotar que del cocotero se pueden obtener alimentos, bebidas, materiales de construcción, techos para las viviendas, fibras para hacer esteras, sogas, cepillos, escobas, entre otra gran variedad de productos. 

Su vistosidad se vuelve adorno  que no puede faltar en los sitios turísticos cerca al mar, que va muy bien con los entornos marinos o donde el agua es compañía.

Muchos son los platos que en su preparación usa el coco: sancocho de pescado, arroz con coco, cazuela de mariscos, cocadas, galletas, vinos, langostinos en coco, piña colada, crema.

Dicen los del Pacífico que con el cogollo de la palma se hace un exquisito plato que se le denomina “ensalada de millonario”.

Los cascos duros y brillantes, en manos expertas, pueden utilizarse en múltiples utensilios: botones, cuchillos, cucharas, trinche, cucharones, ceniceros, saleros, copas, candelabros, velas, pulseras, collares, cinturones, ganchos, aretes, lámparas, bolsos, entre otros. Es muy fácil de trabajar y con ellos se hacen anillos, delfines y muchos artículos más.

Con las hojas se fabrican cestas, sombreros y muchos otros objetos.

Para rendirle un homenaje a este fruto alguna vez, el gran Lucho Bermúdez cantó:
Arroz con coco
allá en la costa me vuelve loco
yo quiero un coco
que este llenito y que no esté roto…

Para el XIX Festival de Música del Pacífico, Petronio Álvarez, las muestras de la cocina tradicional, las artesanías y la música tendrán un sitial especial como parte de esta fiesta de la inclusión.

Será un espacio para la divulgación de la cultura del gran Pacífico, en sus más diversas  manifestaciones ancestrales y obviamente, allí se podrá apreciar todo lo dicho sobre este producto con el que alguna vez quisieron asustar, diciendo: “Ahí viene el coco”, pero que cuando se descubre el sabor de la fruta, se olvida el miedo de la niñez y surgen los amantes de sus diversas presentaciones.

Mayores informes:
Comunicaciones Secretaria de Cultura y Turismo
Manuel Tiberio Bermúdez, 885 8859 ext. 102.

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Fecha de publicación: 10/08/2015
Última modificación: 10/08/2015

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