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Andrés Valbuena ha fotografiado prácticamente lo que ha querido. Y todos, sin darnos cuenta, hemos visto su trabajo. Marcas como Adidas, Laffayete, Nike, y casi todas las grandes series de televisión de Caracol y RCN, han quedado plasmadas en su lente. Ha trabajado en proyectos grandes con el Ministerio del Interior y Cultura de Colombia. Es inquieto por el detalle, por la vida, por la verdad reflejada en imágenes.
El calor de Cali tiene sin cuidado a este fotógrafo profesional de Bogotá, que nació en cuna de creativos. Heredó su profesión de sus padres y se crió en las tablas del Teatro Popular de Bogotá –TPB-.
Ha sido un enamorado del Pacífico, de su cultura, de su gente, su gastronomía, pero sobre todo, de su alegría. Irónicamente, jamás se le había dado poder venir al Festival del Petronio Álvarez por cuestiones laborales. Esta vez, un compromiso se canceló y no lo pensó dos veces. En cuestión de horas, estaba empacado con todo su equipo, camino a Cali.
“Me encanta capturar la originalidad de la gente de esta región. Ellos son magia! Lo que más me gusta es que son personas originalmente felices, así vivan en condiciones adversas. No les interesa que yo les corrija sus arrugas o sus “imperfecciones” porque saben que así como son, son perfectos”, advierte Valbuena mientras no disimula su asombro por el resultado de las fotos que ahora, ve en detalle en su computador… se le eriza la piel, sonríe porque le resulta algo difícil ver tanta perfección en los que él denomina “pieles que cuentan historias porque la vida y el sol las ha curtido”.
Toma fotos de pie, subido en un asiento o acostado en el piso de un set improvisado de fotografía que le facilitaron en las instalaciones del Petronio.
Dispara su flash mientras sus protagonistas bailan, cantan y tocan sus instrumentos como si el sonido se pudiera capturar también. “No sabría decir qué personaje de los que he fotografiado aquí en el festival, ha sido mi favorito. Todos tienen algo especial. Hubo unos “pelados” de un grupo de chirimía, muy jóvenes y me llamó la atención lo enamorados que están de sus raíces. Totalmente empoderados y orgullosos de su cultura”, admite.
Valbuena termina de fotografiar a una cantaora, a la que es difícil decidir que es más maravilloso, si su sonrisa, su arrollador vozarrón o su impecable piel, y sale a la “cacería” de más material humano. Llega entonces con un señor de la tercera edad, al que el color naranja de su atuendo, combina a la perfección con su tono de piel, aunque las fotografías en esta oportunidad son a blanco y negro, no importa, no demerita el resultado. Los protagonistas siguen las instrucciones de Valbuena y algunos se acercan a su computador… no piden corregir nada, no ponen “peros”; sí sonríen al verse reflejados con tanto detalle, con tanto sabor… con tanta alegría, la misma que se ve todos los días en la versión XX del Festival de música del Pacífico Petronio Álvarez en Cali.
Juliana Rosero Berrío