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Una radiografía del MIO muestra un diagnóstico alentador

Una radiografía del MIO muestra un diagnóstico alentador

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Los problemas del MIO no son diferentes a los del resto de sistemas de transporte masivo en Colombia: flota insuficiente, demanda menor a la proyectada y un desequilibrio financiero que los ahoga. Las empresas operadoras de otros sistemas tampoco son ajenas a la situación que viven los cuatro concesionarios del masivo azul caleño. Sólo Transmilenio no tiene problemas de pasajeros usando el sistema, tanto así que no puede cubrir de manera completa tal demanda.

La radiografía del modelo nacional, que responde a la Ley de Transporte Masivo y no al capricho de los gobernantes locales, indica que uno de los primeros errores que se cometieron fue el equivocado cálculo de la tarifa para el usuario, a quien no se le quiso tocar de manera abrupta el bolsillo ya que el valor de los pasajes en los masivos no fue diferente al que ya venía pagando en el antiguo esquema colectivo.

Sin embargo, los costos de operación, mantenimiento, la comodidad de los buses, el personal contratado, los seguros y el operar bajo la lupa de la sociedad, generó un costo para los dueños de los vehículos que difícilmente sería compensado con el valor del pasaje establecido y esto se ha explicado como la diferencia entre la tarifa técnica y la real.

En resumen, el usuario sintió un cambio muy significativo en la calidad del servicio y la infraestructura, pero nunca pagó más por ello.

En Cali, el modelo del MIO fue quizás uno de los más ambiciosos al plantearse cubrir el 90 por ciento de la ciudad y reemplazar por completo el sistema de buses tradicional. Pero ese proceso se hizo lento porque algunos de los dueños de los viejos buses, se negaron a abandonar ese servicio, quizás motivados por los bajos costos operacionales y una mayor rentabilidad; esto generó un paralelismo, es decir, una cruda competencia entre las rutas tradicionales con las de Metrocali que no dejó que los usuarios requeridos en el MIO llegaran a la cifra ideal y siempre estuvieran en déficit.

En esa nueva “Guerra del Centavo” surgió otro fenómeno que jamás se había vivido con tanta crudeza en Cali: la movilización informal de pasajeros por parte de motociclistas, vehículos particulares y hasta taxistas. Esto le restó aún más viajeros al masivo que poco a poco sentía como se ahogaba en un déficit imparable.

Las consecuencias no podrían ser otras, la desfinanciación de las empresas operadoras que debieron empezar a tomar medidas de choque, como mermar la flota de vehículos por física falta de plata para operarlos; todo en contravía del espíritu inicial con el que se promocionó el sistema: calidad de vida para los conductores y ciudadanos.

Con ese panorama, al Gobierno no le quedaba otra salida que buscar inyecciones de dinero para fortalecer los sistemas, pero con un gran inconveniente: las leyes 086 de 1989 y 310 de 1996 establecieron que la inversión para la estructura de los masivos (carriles, estaciones y terminales) sería asumida por el Estado, mientras que la operación de los buses estaría a cargo de empresas privadas.

El vacío está en que la Ley no considera un subsidio a la operación. El reto está en encontrar la fórmula para equilibrar ese balance y apalancar la operación de los buses pues finalmente no es culpa de los operadores que la estructura tarifaria haya quedado mal hecha y que la competencia con los otros medios informales, que no pagan seguridad social y los altos costos que sí cubren los articulados y padrones, los tenga en estos apuros.

En lo que ha llamado, una estrategia para gestionar la demanda del MIO, el Presidente de Metrocali, Armando Garrido Otoya, lidera la iniciativa para entregarle al sistema un subsidio de 340 pesos por cada pasajero durante seis meses como la mejor alternativa para mejorar el ingreso de pasajeros, pues el dinero será invertido en fortalecer la operación, sin tocar el bolsillo del usuario que seguirá pagando los actuales 1.800 peos.

El proyecto debe ser aprobado por el Concejo de Cali. Afortunadamente, concejales como Juan Pablo Rojas, Presidente de la Comisión de Presupuesto y Carlos Pinilla, Presidente de la Corporación, han manifestado que se han ido despejando las dudas sobre cómo estructurar el subsidio, que no sería una donación sino un aporte para mejorar la calidad del servicio.

En últimas, es el caleño de a pie quien pide a gritos un buen servicio. Es claro que la responsabilidad es de todos los actores y que los kilómetros que ya ha avanzado el MIO le dan la fortaleza para seguir adelante y convertirse en el modelo que todos esperan.
Hernán Hormaza
 

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Fecha de publicación: 04/08/2016
Última modificación: 04/08/2016

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