En sillas de ruedas, con bastones, muletas, caminadores y otros tipos de ayudas para movilizarse, llegan día a día a laborar 77 guerreros ya vinculados a la nómina de empresas que creyeron en ellos, conscientes de estar contratando un trabajo de calidad, no de caridad. Mientras que otro grupo de 70 se prepara para ingresar en los próximos días.
A sus 23 años, Christian David Londoño, quien perdió uno de sus brazos y padece problemas de motricidad en su pie izquierdo, se encontraba desempleado y no se imaginaba que el programa de emprendimiento laboral promovido por la Fundación Internacional María Luisa de Moreno y apoyado por la Alcaldía de Cali, a través de la Secretaría de Bienestar Social, le fueran a mejorar su calidad de vida.
Llegó al programa incrédulo. A los pocos días de estarse capacitando, la cadena de ceviches y delicias del mar Dimar, en Jardín Plaza, lo puso a prueba como vendedor forzándolo a crear estrategias de publicidad y mercadeo, con tan buen resultado, que las ventas comenzaron a dispararse y en vez de pensar en cerrar el local, optaron por abrir dos más. Christian pasó de cajero a asistente administrativo y ahora es administrador de un nuevo punto.
Al igual que él, 76 personas con discapacidad cognitiva, motriz, auditiva y visual han encontrado empleo a través del programa en empresas de gran renombre que han creído en ellos como Calzado Rómulo, Sea Food, Lácteos El Paisa, Supermercados D1, Bufete Abogados Asociados, Amanecer Médico, Intergráficas, Líneas Draksi, entre otras.
La Administración Armitage, impulsando programas de emprendimiento social en la población marginada en los territorios TIO, viene trabajando con la Fundación María Luisa de Moreno en las nuevas vinculaciones y por ello tiene abiertas las inscripciones hasta mediados de agosto, para que personas con algún grado de discapacidad ingresen al mercado laboral.
Ha resultado tan exitoso el programa, que se ha hecho extensivo a la familia. Como el caso de Jennifer Collazos, quien inició con una empresa de entretenimiento a la que le hacía tablas para bingo. Ahora su padre, Félix Eduardo Collazos -quien es el presidente de la JAC en Comuneros I- junto a tres primos y dos sobrinos, cortan, lijan, pulen y arman. Todos perciben ingresos.
Jeimy, Yulieth y Kelly Johanna manotean todo el tiempo. No pelean. Las tres son sordomudas y a través de señas se comunican para empacar papel, filetear hojas y hasta elaborar líneas y pines para bolos. No tiene alto grado de escolaridad porque en los barrios populares no existen colegios especializados. La más avanzada obtuvo 6 grado y aspiran a terminar el bachillerato para iniciar una carrera.
Mientras que Carlos Fernando Rotawinsky Chavarriaga, del barrio Calimío Norte, se olvida que tiene discapacidad visual, pues al momento de ejercer en el área de inventarios y despachos de Amanecer Médico, se ayuda con un magnificador de pantalla y una lupa para que no se le escape ni un solo detalle.
De acuerdo con Pilar Botía, directora de Cooperación Internacional de la Fundación María Luisa de Moreno, el año pasado se inscribieron al programa 300 aspirantes y los 77 que quedaron seleccionados son los que están trabajando.
Ahora se han inscrito cerca de 500 para 70 cupos, por lo que confía que nuevas empresas se sumen a la causa para suplir la demanda que existe y comprueben de manera directa que la discapacidad no existe si se genera confianza y se dignifican los programas de emprendimiento social, para hacer de Cali una ciudad cívica, incluyente y justa, donde se dé oportunidad a que se aplique el lema: “Quiero, puedo y soy capaz”.