
Mauricio Valencia nació con una discapacidad llamada diplejía espástica por hipoxia. En otras palabras, la falta de oxígeno en su cerebro al nacer, causó que los músculos de sus extremidades inferiores, presenten una rigidez permanente. Se le dificulta así, caminar, el mantenimiento de la postura corporal y el equilibrio.
Mauricio tiene vena deportiva; su papá, Dagoberto Valencia, fue jugador de fútbol de la B en un equipo del Meta. Y precisamente por esos ires y venires de su padre, Mauricio nació en Villavicencio. Él no recuerda de manera muy marcada, la “montadera”, como él mismo afirma, de los niños en el colegio por su discapacidad, mas sí cuando terminó una tecnología en sistemas y quiso buscar empleo; se le cerraron muchas puertas.
Pero justo en ese momento, debido a esa circunstancia, que él pensó adversa e injusta, otra puerta se le abrió: la del deporte. “Fue muy difícil ver que no me daban empleo por mi discapacidad. El típico “lo llamamos si hay alguna vacante” me decepcionó mucho. Pero una cosa lleva a la otra y fue ahí cuando pensé, pues… me dedicaré entonces al deporte”, afirma Mauricio, y así fue.
Su historial deportivo comenzó a sus 21 años. Decidió venir a vivir a Cali. La tierra lo llamó, a él y a sus padres, Dagoberto, de Palmira y su madre, de Puerto Tejada. El punto intermedio fue la Sultana del Valle. De ahí en adelante siempre ha representado a Cali y al Valle en justas deportivas.
El primer campeonato que Mauricio recuerda haber subido a pódium fue en el año 2010, donde barrió en un torneo a nivel nacional con 3 medallas de oro en jabalina, bala y disco, siempre representando a su región. De ahí en adelante, la mayoría de sus actuaciones deportivas llenan su cuello. Ha obtenido records nacionales y mundiales.
Su compromiso y tenacidad lo han llevado de Estados Unidos a Qatar; de Francia a Londres, donde fue su primer paralímpico en el 2012. “Quedamos de quintos, pero me fogueé. Tenía rabia porque venía de ganar tres medallas y pensé que repetiría. No se logró pero eso, también fue enseñanza; no siempre se puede ganar”, acepta Mauricio.
Máximo, el pequeño heredero de este campeón paralímpico, apenas comienza a dar sus primeros pasos, pero según Mauricio, ya le ve el biotipo de un cuerpo atlético. Éste pequeño es su motor y razón de ser. Leonel Arias, el entrenador de Mauricio, destaca en él, su capacidad de ir más allá. Admite que entrenar a una persona con discapacidad, requiere cualidades especiales y una entrega 24/7. “Entrenamos de lunes a sábado, 5 horas diarias. Mauricio tiene una capacidad de adaptación y recuperación altísimas, que en últimas son dos cualidades indispensables en el éxito de un buen atleta”, admite Arias.
Para los juegos Paralímpicos de Río 2016, Mauricio espera traer una medalla de oro en bala y una de plata en jabalina. La tiene clara, y sin alarde afirma que es un atleta de alto rendimiento, antes que ser uno con discapacidad. “Cuando entreno y compito, soy otro; me salgo del montón… sólo pienso en ganar”.
Juliana Rosero Berrío