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La sustitución de caballos por camionetas causó este jueves sentimientos encontrados, debido a su doble papel: amos que entregaban sus animales, al tiempo que se convertían en propietarios de una reluciente camioneta.
Es así como Luis Alberto Solís, oriundo de Tumaco y residente en Cali hace más de 20 años, expresa su tristeza al dejar el caballo que lo acompañó por 10 años.
“Uno se encariña mucho con estos animales, pues la verdad es que son tantas cosas vividas durante tantos años que a uno le da pesar dejarlos ir, esto es por mejorar nuestro futuro y el de ellos, pero no deja de ser doloroso dejar un animal que me ha hecho pasar tanto en mi vida”, anotó Solís.
Capitán es el caballo, Luis su dueño; juntos hicieron un dúo por más de 10 años, enfrentando y sorteando obstáculos para poder conseguir un sustento de vida para ambos.
Un silbido pone en alerta a Capitán, que responde moviendo su cola y orejas al escuchar a su amo hacerle un llamado especial. Así se mostró este jueves el entendimiento que había entre la bestia y el amo.
Ese fornido caballo color marrón de crin negra oscura pareciera que sentía el dolor de su amo, pues cada vez que lo veía relinchaba para llamar su atención.
“Un caballo, aunque no lo crean, es un animal muy noble, entendible y cariñoso, si uno es buen amo y le demuestra su afecto él corresponde, muchas veces sentía cuando el caballo ya no quería cargar nada porque sus gestos y movimientos cambiaban, ahí paraba, le daba agua y lo consentía y me rosaba con su cuello grueso para que siguiera consintiéndolo”, anotó Solís.
Kareto es una parte de mi vida
“Se va una parte de mi vida”. Con estas palabras José Perdomo carretillero de Cali expresó sus sentimientos al entregar su caballo Kareto, el mismo que lo acompañó durante ocho años de su vida.
Kareto es un caballo carretillero que acompañó a Perdomo en sus trabajos; desde trasnochadas hasta fuertes aguaceros enfrentaron juntos para poder tener un sustento de vida.
kareto y José Perdomo transportaron desde bultos de papa hasta escombros por toda la ciudad. La bestia y el amo trabajaron durante largas jornadas en las cuales, al terminar, la primera pasaba a una pesebrera para ser consentido por su amo.
Durante eso años se convirtió en un ritual: el amo visitaba en la noche la pesebrera para peinar, limpiar y consentir su animal, su mano derecha de todos los días.
Desde su infancia José Perdomo tuvo relación directa con los animales, pues manifiesta que vivió en una finca en el Tolima, por lo que desde los 5 años montaba y ayudaba con el cuidado de las bestias en su casa.
Desde entonces su cariño por estos animales, a los cuales crio y cuido día y noche.
“Hoy es un día muy sentimental, la tristeza lo invade a uno cuando se acerca la hora de entregar mi caballo, mi kareto es un pedazo de mí, fue mi sustento y le debo mucho, gracias a este animal todos los días tenía para mi familia, ahora comienza una nueva vida para ambos y espero que él pueda disfrutar su jubilación en una finca de recreo”, anotó José Perdomo.
Julián Tabares