
Preocupado porque los hombres pasaban la mayor parte de su tiempo en el billar y los salones de juegos de azar, descuidando sus obligaciones diarias, el 2 de agosto de 1831, el señor Tomás Fernández de Córdoba, corregidor del Cantón, restringió el desarrollo de estas actividades, las cuales podían practicarse únicamente desde las 4:00 de la tarde hasta la 10:00 de la noche.
El 3 de julio de 1810, la provincia de Santiago de Cali proclamó su independencia de la Gobernación de Popayán.
Buscando apoyo los independentistas a través de cartas, dejaban en claro a los corregidores de los municipios y veredas de la región, las posibles consecuencias que tendrían en caso de no hacer su aporte ‘voluntario’ a la causa independentista.
En 1793 las haciendas eran propiedad de las familias de ascendencia española, quienes dedicaban sus tierras a la ganadería y la siembra de la caña de azúcar.
Muchas de estas haciendas darían origen en sitio y nombre a los barrios que hoy se conocen como Cañaveralejo, Chipichape, Pasoancho, Arroyohondo, Cañasgordas, Limonar y Meléndez.
Los medicamentos en la época colonial estaban hechos a base de hierbas, raíces, cortezas de árboles, plantas, e incluso partes de animales.
Los dolores y molestias eran tratados con un cataplasma caliente y un paño frío era uno de los mejores recursos disponibles para la fiebre. Los dolores de cabeza podían ser tratados al fumar hierba de algodón hervida en lejía en un tubo o con vinagre de rosas.
Todo estos datos históricos que dan luces de cómo era la vida en Cali en épocas pasadas, son posibles obtenerlos gracias al estudio serio y detallado de muchos documentos que los hombres y mujeres de ese tiempo dejaron en sus pasos por estas tierras.
Eran tiempos en que los escribanos, como eran llamados los notarios de entonces y quienes también tenían entre otras funciones la escrituración y notificación de documentos sobre protocolos de reconocimientos, testamentos, compraventas, hipotecas, escrituras públicas, compraventa de esclavos y sus cartas de libertad, además de la redacción de actos administrativos gubernamentales, estaban dando origen sin saberlo a lo que hoy constituye y se conoce como el Archivo Histórico de Cali.
Este Archivo Histórico que se encuentra ubicado en el segundo piso del Centro Cultural de Cali, se creó con el fin de preservar, organizar, custodiar, conservar, investigar, reproducir y difundir el patrimonio documental de la región.
En este archivo se realiza la descripción documental, se catalogan documentos de caligrafía de difícil lectura y se reúnen de forma organizada documentos que perdieron su vigencia administrativa, pero con el paso del tiempo adquirieron un nuevo valor.
La documentación está seleccionada para facilitar los procesos de investigación y acceso información específica.
Después de este proceso, esta documentación pasa a ser de uso público y se pone al servicio de la ciencia, la historia, la cultura y estudio de la comunidad caleña.
Los documentos preservados en este sitio son de toda índole, el más antiguo es un acta del Cabildo Municipal de 1564 y existen otros bien curiosos como uno que prohíbe a los jinetes cabalgar por los andenes.
Se encuentran también sentencias, autos, edictos, escrituras públicas, actos administrativos, acuerdos, nombramientos, resoluciones de conflictos entre particulares, reconocimientos de hijos naturales y documentos tan comunes como recibos de pago, así como cédulas reales, autos de buen gobierno, vales, cartas privadas y correspondencias.
La historiadora Hanni Halil Paier, que cursa su cuarto año de doctorado en la Universidad de California y quien se encuentra haciendo su tesis sobre Historia de la ciencia y medicina en Latinoamérica, agradece la apertura y colaboración que se brinda en el Archivo Histórico de Cali a los investigadores y destaca la calidad y cantidad de la riqueza informativa guardada en sus instalaciones.
Sin lugar a dudas, decretos como el del ‘pico y placa’ para conductores, la prohibición del parrillero hombre en la movilización de motos y las multas para infractores de tránsito, así como un documento que se encuentre en su oficina, en su casa, en su universidad o en cualquier otro sitio, servirá para dar luces a las próximas generaciones de historiadores y hombres de ciencia, quiénes son, qué quieren y qué sueñan los caleños de hoy.
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Prensa: Fabián Barreiro
Fotografía: Katherine Lara Estacio