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Ankinasiv Rodewstajynik aterrizó en El Petronio

Ankinasiv Rodewstajynik aterrizó en El Petronio

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La turista rusa Ankinasiv Rodewstajynik o Andrinav Rokestanjik o Andrinaiv Rojestakaniv… como se llame… llegó al aeropuerto de Cali y pensaba tomar un bus que la llevara al Jardín Botánico Juan María Céspedes de Tuluá para conocer un herbario, pero por cosas del destino, fue a parar al Petronio.

Ernesto Loayza, su amigo caleño, por colmarla en atenciones le brindó de cuantas bebidas espirituosas del Pacífico encontró en la Ciudadela Alberto Galindo, las cuales se bogó a grandes sorbos. Por eso, con la lengua enredada, con un potente sonido musical de fondo y con la algarabía de los miles de asistentes, a duras penas se le entendía cómo se llamaba, pues de español… pocón pocón.

Lo que sí eran claros eran los gestos. Levantaba los dedos pulgares, agitaba los brazos, saltaba como un gallinazo en teja caliente, movía de lado a lado su faldón naranja, sacudía su rubia cabellera y trataba de imitar el movimiento de los que estaban a su lado. Era la primera vez que venía a Colombia. Y aunque tenía que viajar o viajar, prometió (en inglés) regresar al Festival del Pacífico antes de emprender su viaje a Australia, donde reside.

A los que sí se les entendía bien clarito, era a Paola Arturo, residente en el barrio Los Cámbulos; a Daniela Pizarro, estudiante de cine y comunicación digital de la Universidad Autónoma de Occidente y residente en Champagnat; a Freddy Castillo, del barrio Panamericano y a Paola Góngora, del barrio Alfonso López. Todos ellos decían lo mismo: “Qué chévere que hicieron aquí El Petronio, es amplio, sin polvo, cerca de la estación del MIO, muy organizado y con buen sonido.

Y este acierto de la Administración Armitage se debió a que nada fue improvisado. La decisión de Gobierno fue el resultado de un proceso de evaluación técnica que se adelantó por cerca de dos meses, que incluyó visitas a otros espacios sugeridos; teniendo en cuenta aspectos como la topografía del terreno, movilidad, cobertura de servicios públicos, cercanía de centros hospitalarios y seguridad del sector.

Ante el crecimiento exponencial de este festival, que cada año despierta mayor interés entre la población local y turistas, se determinó ampliar la capacidad de atención de público, buscando garantizar condiciones óptimas en el acceso, la comodidad y mejores condiciones para la muestra gastronómica, de las bebidas tradicionales, las artesanías, la estética afro y el quilombo.

A pocos metros del complejo, se encuentra la Estación Unidad Deportiva del Sistema Integrado de Transporte Masivo MIO y una red de vías arterias, que facilitan el desplazamiento de todos los caleños, a cualquier parte de la ciudad.

Hoy es una realidad que vivieron los miles de asistentes a la Ciudadela. El orden, la comodidad, la limpieza, los stands de artesanías, comidas y bebidas, las cocinas con todo su mobiliario y la alegría de la gente, corroboraron que El Petronio es la máxima expresión del folclor pacífico, donde todos se entienden así no hablen el mismo idioma y donde todos bailan, así se mueva más un ojo de vidrio.
William López Arango  

 

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Fecha de publicación: 11/08/2016
Última modificación: 11/08/2016

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