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Una bocina ronca de sonido intermitente dio el inicio del desfile más esperado por los amantes de lo clásico y glamoroso: los autos antiguos.
Se trataba de un Ford beige del año 1940 que pese al paso de los años está intacto. Y como las cosas se parecen a sus dueños, don Inocencio Victoria se bajó para mostrar su indumentaria y la de su familia.
Todos iban vestido como para una fiesta de charlestón: plumas, colores rojos y trajes largos con abanicos.
Se presagiaba lo que vendría minutos después: más de un centenar de conservados autos.
Algunos marcados por sus dueños rezaban: Ford modelo 54, familia Martínez; el clásico amarillo de los Ducker de Hazard.
Una hilera de Volkswagen cuyos escarabajos se habían polichado con esmero. Después, 20 carros que hoy difícilmente tienen cabida en los parqueaderos modernos.
El Pontiac modelo 63 pitaba cual chiva moderna, pero como se trataba de lucir lo mejor, el Mercedes 57, digno de los adinerados del oeste, se abría camino para recibir los mejores aplausos.
Otro auto antiguo que llamó la atención fue el caballero de la segunda década del siglo xx, que transportaba un matrimonio. Todo el conjunto era elegancia y sobriedad.
Pocos vehículos con 'parches de jóvenes', pero el Chevrolet modelo 65, conducido por Jefferson Díaz, estaba repleto de universitarios orgullosos del auto de su bisabuelo.
"No se le ha modificado mucho, arreglos nada sustanciales y mi cucho lo quiere como a su hijo, no le niega nada", dijo orgulloso Díaz.
El desfile permitió la exhibición de los mejores yipaos que con racimos de plátanos incluidos daban fe de la potencia de sus motores.
Y así cerca de 300 vehículos desfilaron y fueron admirados por un numeroso público agolpado en cuanto espacio había disponible.
Para Myriam Payán el desfile se parece a los caleños: "Todo muy bonito, muy organizado. La gente ha sido muy pacífica. He venido a los tres desfiles y este es el que más me ha llegado. Debe ser porque es menos alborotado, pero sigue siendo alegre", manifestó.
Jorge Quiceno, por su parte, se mostró inconforme con la duración: "Fue tan entretenido que cuando menos pensé ya se había acabado, yo creo que debe ser de mayor duración", se lamentó.
Y así continuó el desfile, entre clásicos, antiguos y unos pocos colados, que pese a no tener los carros muy antiguos no deslucieron.
Ahora, si alguien quedó antojado, toca esperar un año más o ser más observadores porque muchos de ellos aún transitan por las calles de Colombia.
Anna María Castro Casas