Imprimir la información de la página

Obreras del Municipio… feminidad que trabaja a pico y pala, tieso y parejo

Obreras del Municipio… feminidad que trabaja a pico y pala, tieso y parejo

Comparte esta publicación

Ni las sofocantes jornadas, ni el abrasador sol, ni mucho menos las maldicientes palabras de algunos conductores doblegan el tesón de cinco mujeres que, sin prejuicios, se lanzan a diario a una de las tareas que más demandan los caleños: reparar junto a sus compañeros de cuadrillas las calles de la capital vallecaucana.

Armadas de picos y palas, escobas, carretas, rastrillos o incluso echándole guante al compresor, Luz Fanny Ruiz, Amparo Caicedo y ‘La mona’, María Elena Tovar, lo mismo que María Perea y Nancy Quiñónez, esta última en su calidad de inspectora de obras, les apuestan a brindarles una mejor movilidad a los caleños en una ciudad que va rauda hacia su desarrollo, pero que todavía requiere de múltiples esfuerzos para mejorar sus calles y avenidas.

Para Amparo Caicedo, una caleña de 45 años, que además es viuda y madre de dos hijos mayores, los 22 años al servicio de la ciudad se ven gratificados gracias a la camaradería que se vive en el interior de estos equipos de obras públicas, espacios laborales a los que no fue fácil acceder, debido al machismo que antes reinaba o a la sobreprotección por ser el desdeñado género que algunos aún catalogan de ‘sexo débil’.

Esta habitante del barrio Villacolombia recuerda que si bien se siente contenta en su trabajo, a este oficio llegó por un infortunio de la vida: la muerte de Gonzalo Velasco, su esposo, de quien heredó esta actividad, pues así lo determinaba la convención colectiva de trabajo.

Entre tanto, con las mejillas coloradas y salpicadas de gotas de sudor, mezcladas con un poquito de hollín debajo del mentón y hasta circundando sus expresivos ojos, María Elena Tovar cuenta que decidió cambiar hace dos años sus labores de conserje en el Municipio al que llegó al reemplazar a su progenitora, Aminta Tovar, cuando ella se jubiló.

María Elena, nacida en Bogotá hace 44 años, pero adoptada por el barrio Popular de la Sultana del Valle desde los 3, anota que en la búsqueda de una mejor remuneración salarial, cambió el oscuro tinto por el negro asfalto; al tiempo, señala que aunque este trabajo es rudo, a ella ni a sus compañeras les quita la feminidad que llevan bajo los trajes de color caqui o dentro de las botas con puntera de acero.

María Elena subraya: “Como cualquier mujer, nos gusta invertir un poco de tiempo en el salón de belleza, aplicarnos nuestras cremas para sacar todas las impurezas que deja nuestro noble trabajo, así como pintarnos las uñas, aunque haya que esconderlas bajo los ásperos guantes de dotación y las pesadas botas”.

Amparo y María Elena reconocen que en su diario vivir no falta el piropo o la palabra agradable de algún conductor o compañero de trabajo, que las alienta y las hace sentir femeninas, aunque sus trajes las hagan ver algo toscas. Pero todo ese trabajo es recompensado con una sonrisa y hasta con una fugaz picada de ojo.

Amparo ocupa su tiempo libre, es decir el que sobra después de compartir con su familia, en la pintura al óleo. Ella da vida a frondosos paisajes o en bordado de pañuelos, ropa interior o carpetas de sala, evidenciando que tiene mano fuerte para la malla vial y suave para las manualidades. Esto le ha permitido acceder a otros ingresos.

En el caso de ‘La mona’ Tovar, ella se refugia en su hogar donde descansa, ve televisión o simplemente asume rol de madre de su nieta Michelle Nicole, a quien le empieza a sembrar la semilla del tesón, el esfuerzo y honra de quienes buscan siempre salir adelante, como ella lo expresa.

Así como ellas, Luz Fanny Ruiz Zúñiga comparte con sus cinco hijos las dos aficiones de su vida: la culinaria, especialmente, todo lo relacionado con comida de mar, y la pesca. Este último espacio la extasía y la desinhibe, como ella lo dice, sin necesidad de tomarse un trago, afinando eso sí, la mano que debe meter en las reparaciones asfálticas.

Esta matrona, de 54 años, baja estatura, dicharachera y sonriente, muestra su orgullo femenino al ser la primera mujer que se le midió hace 18 años sin remilgo alguno a “voliar” pico y pala”, como ella lo confiesa; lo hace de manera ‘tiesa y pareja’ por ver una mejor ciudad y sacar a adelante, ‘a brazo partido’, a su familia. Añade que brinda consejos a nuevas integrantes de las cuadrillas, así como a otros obreros que llegan a reforzar estos grupos que tienen su cargo el mantenimiento de la malla vial caleña.


Con su compromiso, su esfuerzo, la feminidad que se resalta por entre la engrasada ropa, este puñado de obreras de la Secretaría de Infraestructura y Valorización del Municipio, recalca una vez más, que la mujer es ejemplo de vida y de lucha por una sociedad siempre mejor. Son una mínima muestra de que CaliDA ciudad para todos.

¡Feliz día, mujeres!

Gustavo Sánchez gustavo.sanchez@caligov.co

 

 

 

Número de visitas a esta página: 4734
Fecha de publicación: 07/03/2012

Imprimir   -   Cerrar ventana