Vivir en actitud de respeto hacia sí y hacia los otros permite descubrir amplios espacios de la dimensión del ser humano, esta actitud se crea, se recrea y se manifiesta a través del lenguaje.
En los últimos años la sociedad ha dado pasos importantes en su concepción acerca de la discapacidad y su entorno. Poco a poco se van superando viejos prejuicios que estereotipan y califican a quienes tienen alguna discapacidad, como menos personas que quienes no la tienen.
Cuando se hable sobre discapacidad es recomendable hacer énfasis en las habilidades o capacidades para superar la imagen caritativa o víctima. Es mejor enfocarse en la persona, no en la discapacidad. Permitiendo que las personas con discapacidad hablen por sí mismas, sean ciudadanos independientes y protagonistas de sus propias vidas. Se debe evitar el lenguaje discriminatorio y estigmatizante que enfatiza sobre la discapacidad por delante de la condición de persona.
No debe ser vista como un sujeto receptor de ayudas; es un ser activo en la sociedad y se debe contribuir a evitar su marginalidad y exclusión. Una persona con discapacidad no está enferma, su discapacidad puede ser resultado de una enfermedad en algunos casos, pero no significa que actualmente se encuentre enferma.